Hola
Yo soy Celia, tengo 60 años, tres hijos, estoy casada, durante un tiempo de mi vida fui maestra de secundaria y hace 25 años soy tanatóloga.
A grandes rasgos esos son mis datos generales y con los que normalmente me presento en todas partes.
Pero en realidad soy una persona como todas, con una historia mucho mas larga que los datos para un documento.
Hace mas de dos años comencé a tener un dolor en la cadera izquierda, que trataba con pomadas, pastillas para el dolor, acupuntura…. Pensando que era el nervio ciático.
El dolor se fue intensificando a tal grado que el doctor me mandó radiografías y me dijo que la cadera tenía el cartílago desgastado y posiblemente era necesario que me operaran.
Al llegar con el ortopedista, ya era para mi muy difícil caminar, el dolor había mermado mi marcha, mi actividad cotidiana, mi estado de ánimo y caminar 20 metros era un verdadero tormento. Mi esposo me movía ya en silla de ruedas.
No hubo necesidad de que el especialista hiciera muchas pruebas; las radiografías y el solo tocar mi pierna, arrojaban el resultado de una intervención colocando una prótesis, porque mis huesos ya no tenían cartílago.
No es agradable pensar en una operación en la que colocarán una prótesis, pero mucho menos escuchar del médico que NO podía operarme. Me explicó de manera enérgica, que no iba a arriesgarme con un infarto, una trombosis o una infección.
Por primera vez realmente, me hice consciente de que mi peso me estaba comiendo poco a poco.
Pesaba 135 kilos y medía 1.63 mts.
El ortopedista me dijo que la única solución para resolver de manera sana el problema era antes, realizar una operación bariátrica.
Me dio los datos del Dr. Carlos Ruiz Patiño y saliendo de un consultorio, con temor y gran desilusión, por no poder resolver lo de la cadera, mi esposo y yo resolvimos ir con el Dr. Carlos.
Amable y con mucha tranquilad, nos explicó durante mas de una hora, los problemas y peligros de un sobre peso y un exceso de grasa en mi cuerpo.
Platicamos mucho sobre mis hábitos alimenticios, mi sedentarismo, agravado por la falta de movimiento, mis dolores de cabeza, de rodillas, de cadera, mi hipertensión, lo propensa a una diabetes…..
Panorama bastante serio para una intervención tan fuerte como el implante de una prótesis de cadera.
La decisión fue SI me opero. Honestamente, mas por el dolor de la cadera, que por la consciencia real del sobrepeso, que me estaba matando lentamente.
Inicié entonces un proceso muy bello, en el que por primera vez en mi vida de “gorda”, como tantas veces me dijeron, nadie me juzgaba o regañaba. Me recibían con cariño y comprensión; entonces ir a consulta era reconfortante y salía de ella con ánimo y positiva.
El inicio de la preparación para la cirugía fue completo.
Como tanatóloga, era muy importante para mí, atacar no solo el lado físico de la persona, también el emocional, que me había hecho tanto daño y mi cuerpo lo reflejaba por completo.
Aprender que tenía un desorden alimenticio severo, y que me ponía trampas para no comer durante todo el día y en la noche comer, no todo lo que podía, todo lo que quería; es decir, grasa, refresco, azúcares, etc. Saciar no solo mi hambre, sino mis nervios, mis angustias, mis miedos, era para mi “resuelto” a través de no desayunar, medio comer y cenar “muy bien”.
Inicié a reeducarme con la nutrióloga y prepararme un mes para llegar de manera óptima a la cirugía.
El Dr. Carlos, me dijo que la opción era una Manga Gástrica y me explicó el procedimiento, cuidados y beneficios; sobre todo para poder llegar de forma mas sana a la cirugía de cadera.
La nutrióloga inició en coordinación con el doctor, una alimentación a base de proteínas, con malteada, balanceada y sobre todo haciendo tres comidas al día, en un horario constante, tomando en cuenta mi poca movilidad y las posibilidades de cocinar que tenía.
Lo primero que la psicóloga me dijo, fue algo muy cierto; la inseguridad y temor que podía sentir al bajar de peso.
En mi caso, yo fui víctima de abuso sexual, y también eso repercutió para que mi cuerpo se tornara grande, sobre todo en la zona abdominal, a manera de protección.
Por primera vez, en 30 años, que fueron en los que subí 60 kilos, recapacité en que estar delgada otra vez, me haría sentir insegura.
Entre una alimentación sana y ordenada, la guía y pláticas con el doctor Carlos y el trabajo emocional de sentirme segura al poder caminar, convivir, ser ligera y andar ligera por la vida, los temores a la cirugía de manga gástrica bajaron por completo.
Los exámenes preoperatorios fueron muy completos.
El cardiólogo estuvo muy cerca de mi en todo momento, regulando mi hipertensión y cuidando mi corazón con pruebas de esfuerzo y electros.
En un mes antes de operarme había bajado ya 5 kilos y estaba en buenas condiciones, físicas y emocionales para la cirugía.
Fue una maravilla, despertar de la anestesia, sintiéndome muy bien, sin dolor, no nauseas y con ánimo de levantarme de la cama.
Tres horas después de operada, ya me había levantado al baño y me enviaron una dieta líquida.
Tenía mucha sed y probar un poco de hielo por primera vez tuvo dos sensaciones muy intensas en mi: la primera reconocer ¡que delicioso era un hielo! Y la segunda un dolor intenso en el estómago que me hizo dejar el intento de tomar un poco de jugo.
Entonces fue cuando llegaron los temores, el dolor, la preocupación; a tal grado de decirle al doctor Carlos que no quería irme del hospital, porque tenía miedo de no poder volver a comer nada en mi vida.
Su sorpresa fue grande y me explicó, enérgico, que no entendía cómo habiendo salido todo tan bien, sin vómitos o mareos, de pronto yo tenía tanto miedo, al grado de no querer irme del hospital.
Finalmente, me fui a casa, habiendo perdido el 80% de mi estómago.
Después de todo, gracias al dolorcito cuando inicié los líquidos, pensaba que tenía que acostumbrarme a este nuevo estilo de vida. Realmente no fue un nuevo estilo de vida, fue una Nueva Vida.
Un mes tomando solo líquidos, no es fácil, pero si uno se apega a las recomendaciones médicas y de nutrición, descubre, que no es solo un proceso, sino que hay una fuerza de voluntad que quizá, no habíamos trabajado.
Mis hijos y esposo, además de sentirse orgullosos se preguntaban si no me sentía mareada o muy desesperada por comer. Eso no pasó nunca.
Si se me “antojaban” algunas cosas, pero la mente es tan maravillosa que solo se me antojaban los pures, nada mas duro ni condimentado. Y mi ilusión era pasar a la etapa de papillas para comer puré de papa o un gerber de durazno.
Siempre con la guía del doctor y la nutrióloga, pasé las etapas de alimentación tranquila y con mucho gusto, sobre todo cuando llegaba a la báscula y bajaba entre 5 y 6 kilos por mes.
El dolor de cadera se intensificó muchísimo, al grado de no poder ya dormir de ninguna manera, a veces descansaba un poco mas sentada. La pérdida de grasa en mi cuerpo y zona de la cadera, hacía que los huesos rozaran uno con otro y me tenía verdaderamente incapacitada. Aunque era muy doloroso, era una buena señal de que estaba perdiendo peso realmente.
El doctor Carlos, le había dicho al ortopedista, que en 6 meses estaba lista para la operación y ¡así fue!
En 6 meses había bajado 35 kilos y pudieron operarme y ponerme la prótesis de cadera.
Cuando me internaron para la prótesis, me comentaron que posiblemente necesitaría una transfusión, primero por la pérdida de peso que había tenido en poco tiempo y segundo por lo delicado de la cirugía.
Al día siguiente de colocar la prótesis, el cardiólogo muy contento, me dijo que no era necesaria la transfusión, mis niveles de sangre estaban bien, O sea que la dieta y cirugía bariátrica, había sido muy bien llevada y no había anemia.
Ahora tengo un año y tres meses de la cirugía de manga gástrica, he aprendido muchísimas cosas:
A comer adecuadamente. Consciente de que la Obesidad es una enfermedad.
Rompiendo un poco el orden social de tomar sopa primero, ensalada, etc. Y comiendo antes que nada y en mis tres comidas, proteína.
A cuidarme y ver por mí misma. Porque estando bien yo, mi familia está mas tranquila
A saber que tengo voluntad y valor para hacer de mi vida una vida diferente y mas sana.
A darle gracias a Carlos y a varios médicos que consulté en el camino, por su labor y por demostrarme que hay forma de vivir mas ligero en todos los aspectos.
No es solo el hecho de operarse con un cirujano bariatra, sino el de encontrar a personas éticas y con amor a su vocación para que las cosas funcionen, porque sabemos todos los problemas que hay cuando nos encontramos con personas sin ética, que lastiman física y emocionalmente.
Gracias a los doctores que son el medio de curación para tener Calidad de Vida.
Mi operación de cadera fue excelente también y puedo decir con mucho orgullo que en un año con dos operaciones fuertes, ahora con una pérdida de peso de 47 kilos y mas seguridad al caminar, puedo subir y bajar escaleras sin agitarme por el peso o llorar por el dolor, y ¡he vuelto a bailar! y literal ahora sí, a bailar por la vida.
Muchas gracias.